Los buenos momentos

El local todavía olía a pintura... a tiner. El papel tapiz era apenas un boceto en una de las paredes.
En la mente de una morrita mexicana ese lugar ya tenía las luces encendidas, un proyector y un equipo de sonido repartiendo vibra en cada rincón.
En la mente de un morrito argentino el "backstage" que requiere un restaurante lo traía agotado pero también emocionado, excitado por ver al proyecto andar.
Los amigos soliamos ir a visitar para ver cómo iba quedando todo. Algunos ayudaban a pintar, colgar una lámpara, poner una cosa, la otra. Pero yo nunca hice ni madres. Mas bien Fabio y yo siempre sonsacamos para un momento de descanso, tomar una cerveza y echarnos una buena platicada.
Un día de esos fue muy especial. Por lo menos para mí es el momento mas especial que viví en el Chango. Por que así lo llamamos los amigos: "Chango", a secas.
El momento ese del que hablo se dio frente a unas coronitas bien frías y una mesa totalmente rodeada de buenos amigos.
Fabio y yo nos tomamos de la mano y después de un respiro profundo nos preguntamos en voz baja: "¿les dices tú o les digo yo?", "no, pues tu", "no, mejor tú"... jaja... bueno... pues nada... al final dimos la noticia y hoy todos los que estaban en esa mesa son tíos de una hermosa bebita de 10 meses.
Desde entonces auguramos un montón de buenos momentos y así han ido sucediendo.
Estando ahí nunca la pasamos mal. El tequila, la compañía de los amigos y la buena mano en la cocina nos han echado la mano.
El local ahora huele a rica comida mexicana y el papel tapiz adorna todas sus paredes. Adoro ese papel tapiz.